En tan solo cien años todo se ha vuelto un galimatías sin sentido, como una especie de concurso pueril sin más propósito que entretener a un público infantil, la inmediatez de lo trivial y lo absurdo se cuela en nuestras vidas por recovecos cada vez más estrechos. De igual forma que los virus y los parásitos siempre encuentran un huésped, esta nueva enfermedad digital amenaza con adueñarse de nuestra voluntad.
Ahora que todo está al alcance de un «clic» mientras deslizamos la yema del dedo índice por la pantalla, sin prestar demasiada atención a lo que vemos, que no es más que una interminable sucesión de imágenes escogidas por un algoritmo, algo llama mi atención. Un grupo de atletas jóvenes corren por una playa de Escocia sin nada más que un corazón rebosante de energía. Se entrenan duro para asistir a los Juegos Olímpicos que se celebrarán ese año en París. Un siglo después, la historia se repite, aunque nada sea lo mismo y, me cueste mucho imaginar a un grupo de Runners con mallas chillonas corriendo descalzos por una playa atestada de turistas. En verdad, todo ha cambiado mucho.
¿Dónde quedó el espíritu olímpico? La fraternidad del planeta se va convirtiendo en una franquicia mercantil y global. Sin duda, "Carros de fuego" (es más épico el título en castellano español que en Latinoamérica, "Carrozas de fuego", que a los de acá nos remite a una gerontolimpiada más carca que integradora) es una de las películas que mejor han retratado ese espíritu deportivo consagrado al cultivo de la virtud, al fair play y la superación del ser humano en conjunto y feliz armonía reconduciendo su mezquino instinto egoísta y belicoso a una competición positiva. Saludo.
ResponderEliminar"Carrozas de fuego" Parece el título de la nueva gira de Barón Rojo o de Obús... Gracias Fernando por tan buena reflexión y por tu apoyo.
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