Mediocres del mundo ¡Me río en vuestra cara!

sábado, 29 de junio de 2024

Otro café, por favor

De todas las obras de arte que había en ese espacio, ella era la más bella y la que recibía los mejores elogios. Tras un mostrador de mármol pulido y reluciente, aguardaba siempre sonriente la llegada de los clientes Sofie, la bella y etérea Sofie, el sueño de André, el poeta que escribe sonetos en servilletas de papel y bebe café con un chorrito de coñac. La ama con devoción y en silencio, como se adora a un ser que no pertenece a este insignificante mundo lleno de fracasos y penurias, un mundo triste y sin sentido donde se reúnen los perdedores y los desahuciados. El mismo lugar donde  antaño; en tiempos mejores se citaban intelectuales cuyos rostros y pensamientos decoran ahora las paredes de tan histórico lugar.

Suele llegar André cuando los últimos  rayos de sol se filtran por el magnífico escaparate, iluminando a Sofie como a una figura de mármol esculpida por Miguel Ángel, eterna y perfecta.

No necesita más, se conforma con adorarla en silencio y a distancia. Un ser mezquino como él no puede aspirar a nada más que a eso.

Un día que se sentía muy fatigado, cuando se apeó del tranvía sintió un mareo horrible que lo dejó todo a oscuras por un instante. Cuando recuperó el conocimiento y pudo llegar hasta la cafetería, tardó unos segundos en procesar lo que estaba viendo. 

Debía haberse desorientado y había  entrado en otro local, en otra calle. El lugar era horrible, oscuro y deprimente. El interior parecía un mesón portuario del que salía un olor a  pescado pasado y a serrín rancio.

Tras salir de allí despavorido, caminó dando vueltas por todo el distrito preguntando a los vecinos por el café de su amada Sofie. Ante las negativas y encogimientos de hombros, volvió a ese tugurio lamentable con el corazón en un puño ¿Qué le estaba pasando, cómo podía perderse en un barrio que conocía como la palma de su mano? Estaba empezando a sentir náuseas y escalofríos.

De vuelta a ese antro la cosa empeoró aún más. La camarera, una mujer fea y ordinaria como jamás antes había visto, con un cuerpo deforme y de andar patizambo, le explicó con una voz que parecía salida de una criatura cavernosa, que allí no había ninguna camarera con ese nombre. No sabía qué decir, debía estar soñando; una maldita pesadilla de la que no podía despertar. 

Cuando llegó a casa y descolgó el teléfono lo comprendió todo. El mensaje de su psiquiatra era muy claro: le recordaba que debía continuar - sin interrupciones - con el tratamiento, pues de lo contrario, era muy probable que volviera a confundir la realidad con las ensoñaciones.

Por descontando decidió volver a su amada cafetería.




martes, 11 de junio de 2024

Entre tú y yo

 

El anciano se apoya en el mostrador con la bayeta sobre su hombro derecho, gesto serio de vigilante que solo deja entrar en sus dominios a quien transmite confianza.

«Aquí mando yo, mi bar, mis reglas» El polvo en las botas y las pintas de vagabundo no le hacen ni pizca de gracia, tampoco los tatuajes. Es uno de esos tipos chapados a la antigua, curtido en mil batallas y de vuelta de todo.

El individuo que permanece parado en la puerta, tapando la luz del atardecer, como un perro apaleado, parece joven, musculoso y muy seguro de sí mismo, no obstante, es evidente que no está pasando por su mejor momento ¿Debería dejarlo pasar? Esos tipos engreídos, que se creen que lo saben todo y en verdad aún no saben una mierda de nada, solo traen problemas.

Por unos segundos, la imagen queda congelada, como un fotograma de una de Peckinpah. Una mosca gorda como un abejorro se golpea con tozudez contra la ventana, es persistente, como la estupidez humana; no debería querer salir, fuera solo hay desierto y lagartos esperando.

La cafetera descascarillada silva como un tren antes de partir, su interior hierve anunciando una tregua. El viejo tiene la impresión de que el joven forastero solo busca un lugar donde descansar, donde no se hagan preguntas incomodas. El anciano propietario no suele hacerlas, de esas ni de las otras, su política es vive y deja vivir. Así pues, ambos comparten ese momento  - y muchos más que están por venir -  sin apenas hablar, basta con un «hola» y un «adiós». Basta mirar al anciano a esos ojos azules para ver en ellos todo lo bueno que todavía hay en el mundo. Por su parte, el vetusto sabio, intuye cuales son las andanzas del joven y recuerda con nostalgia que cuando tenía la edad de su visitante, también solía tener las botas llenas de polvo.




"Once del once"

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Tú, director de prestigio, sí, tú, esta es tu película ¿Te atreves?

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Aquí estoy, junto a Santiago Posteguillo y Antonio Muñoz Molina!!

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¡Yo os maldigo por salir de la caverna!

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Primera ley de la Filosofía: Por cada Filósofo, existe otro filósofo igual y opuesto. Segunda ley de la Filosofía: Ambos filósofos están equivocados. Corolario: Una gran verdad es una verdad cuyo opuesto es también una gran verdad.

11-11-1918. El fin de la locura. Poilus y Hellfighters volverán a casa

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