Todos me llaman Doctor peste, por tanto, no revelaré cual es mi verdadero nombre ¿Qué importancia podría tener cómo decidieron llamarme mis padres? Nos guste o no, ni siquiera elegimos nuestro propio nombre. Ni nuestro propio destino. No importa quién soy, haya sido o llegue a ser. Solo importa mi testimonio.
Una vez más, me dispongo a recorrer las fétidas calles con mi máscara repleta de hierbas para poder soportar el hedor de la muerte. Con mi atuendo de cuervo entro donde nadie quiere hacerlo, donde el aire transporta los miasmas que brotan de las aguas corrompidas por los desechos de los cuerpos enfermos. Atiendo a los moribundos febriles que agonizan y mueren sin que nada se pueda hacer por ellos, corto los bubones y los dejo sangrar, pero eso no sirve de nada. Los humores del cuerpo no se van a través de las sangrías, debe haber algo más, algo que no alcanzamos a comprender ¿A qué se debe esta enfermedad, de dónde surge? Nadie lo sabe.
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